lunes, 30 de septiembre de 2019

Sega Mega Drive Mini: la reedición (casi) perfecta de una consola












Ha cogido un listón -que, sinceramente, tampoco estaba muy alto- y lo ha elevado a un nivel inalcanzable para sus rivales. La sensación tras pasar unos días con la consola es la misma que tras poder probarla durante unas horas. Es tan buena como parece e incluso más.





De hecho, tal vez el único problema de su catálogo sea que es tan amplio que puede llegar a abrumar. En este sentido, aunque SEGA ayuda un poco con pequeñas descripciones de cada juego, es fácil perderse en los primeros minutos ahora que la industria nos ha cambiado las instrucciones por el tutorial. Como todo remake, se deja detalles por el camino , pero adapta la obra a lo que busca el mercado actual con su conectores y su tamaño reducido. Son más que suficientes para la mayoría de los juegos, pero en los títulos de lucha, con controles más complejos que requieren al menos seis botones, obligan a pulsar Start para alternar entre patadas y puñetazos.




  Lo bueno es que SEGA vende -por separado- mandos con la botonera adicional por unos 20 euros cada uno. Lo malo es que ya que existe el mando, la compañía podría haber optado por incluirlo directamente junto a la consola. En cualquier caso, SEGA ha conseguido que su Mega Drive Mini, a diferencia de sus rivales, no sea un producto para nostálgicos con un par de juegos para convencer a los curiosos, sino una consola que bien se puede hacer con el salón cuando despliega sus 42 motivos de peso.

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