De ahí que el
protagonista del juego, El Penitente, lleve un capirote metálico inspirado en
ellos.
Por su aspecto,
Blasphemous puede que le recuerde a los viejos videojuegos de la Super
Nintendo, pues su
estilo artístico, llamado 'pixel-art', imita a los videojuegos de hace ya más
de
20 años. Y puede
que por cómo se maneja, también le recuerde a títulos como Ghost 'n Goblins
o Dark Souls,
nombres que bien pueden equivaler a Star Wars o Juego de Tronos en el mundo
del videojuego.
Estavuelta de
tuerca tan tenebrosa no busca ofender a nadie, ni a historiadores de arte ni a
los
más creyentes.
Ureña, jefe de programación del estudio.
Blasphemous no
es un juego en el que se critique el cristianismo, sino
que se inspira
en leyendas como la de doña María
Adaptar todo esto a
un videojuego ha tenido momentos muy difíciles. Esto es un problema que
nace, en gran
medida, del proceso de financiación del juego. El estudio sevillano utilizó la
plataforma
Kickstarter para lanzar un proceso de 'crowdfunding' con el que buscaban menos
de
50.000 euros y
acabaron teniendo más de 275.000. En otras palabras, los usuarios que
estuvieron interesados
en la propuesta de Blasphemous pagaron pequeñas sumas para
financiarlo, y
sobrepasaron con creces lo que habían pensado planeado los desarrolladores del
videojuego.
«No puedes ofrecer
un producto de 50.000 euros cuando al gente ve que tienes mucha más
cantidad», asegura
Cabeza. Así pasó de ser un proyecto de tres personas a requerir la
participación de
«entre 10 y 12 personas, según las necesidades de la producción», que duró
tres años. Sólo
otro videojuego, Maldita Castilla, desarrollado también por españoles, se ha
atrevido a entrar
en este territorio. Blasphemos demuestra que también se puede hacer algo
diferente.
Irónicamente,
gracias a Japón, país al que este juego también ha llegado, estos sevillanos
entendieron que lo
que habían hecho era algo tan nuestro que algo iba a perderse algo en la
traducción.
«Tuvimos que explicar a nuestra traductora japonesa que expresiones que
usábamos, como
'llevo sangre de reyes en la palma de mi mano', no eran literales».
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