miércoles, 10 de junio de 2020

Secretos en los videojuegos: el caso de FEZ

Su misma ansia por el descubrimiento y el conocimiento lo convierten en la presa de todo lo desconocido, algo que lo ha caracterizado como especie en la vida real, y que se ha representado varias veces en el mundo del videojuego. Aun así, FEZ ha sido suficientemente complicado como para evitar esta situación, pues su puzle final todavía no ha salido completamente de las sombras. En FEZ controlamos a Gómez, un feliz y despreocupado personajillo con una visión del mundo en 2D. Pero algo sale mal y el hexaedro empieza a descomponerse en cubos, lo cual lleva a un crasheo del juego y un reinicio.

 

Lo cual da pie a la búsqueda de todos los cubos, un total de 64, divididos en 31 dorados y 32 anticubos. Los cubos dorados serán los más fáciles de encontrar, ya que estarán a plena vista. Porque los anticubos, unas figuras que actúan como versión alternativa, no se muestran en la misma realidad que Gómez, de modo que solo aparecerán tras desbloquearlos dentro de un nivel mediante una combinación concreta de botones. Estos son los Cubos Corazón, el premio final para todo aquel superdotado que llegue a sacar sus respectivas combinaciones sin ayuda externa.




 

Y no es exageración, ya que para obtener uno de estos cubos se requiere una conversión a código binario, código hexadecimal y código ASCII, respectivamente. En una sala, podremos desbloquear un monolito flotante que parece totalmente vacío, pura negrura sin apenas contornos, con una solución desconocida. Por supuesto, la combinación que provoca la aparición de este Cubo Corazón ya surca las redes, pues hace tiempo que se extrajo de manera poco lícita del código del juego. Sin embargo, aún no se sabe qué razón matemática, física o a saber qué otra materia complicada es la causante de esa combinación aparentemente aleatoria de botones 
A día de hoy, los desarrolladores no han desvelado ni un ápice de lo que rodea este secreto y, 8 años después del lanzamiento del título, sigue manteniéndose como uno de los misterios que más me cautivan del mundo de los videojuegos. Quizás yo misma nunca sea capaz de desvelar ese misterio, pero todavía sueño con que, algún día, alguien resuelva el monolito.

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