miércoles, 10 de junio de 2020

Análisis de Minecraft Dungeons

Si un videojuego se ha ganado en los últimos años un espacio en la historia de la industria es sin lugar a dudas Minecraft. El resultado lo tenemos ya entre nosotros con Minecraft Dungeons. Nintendo Switch recibe esta aventura en la que el característico mundo abierto y sinfín de posibilidades del juego original quedan sustituidos por el rol y las mazmorras. Una apuesta que deja la innovación a un lado para evitar riesgos de más y se centra en los aspectos más convencionales del género.

 

Un juego hecho con molde

Nada más comenzar Minecraft Dungeons las comparaciones con otros juegos de rol y acción son a todas luces inesquivables. Sobre todo al pecar de un exceso de simpleza y no buscar equilibrar esto con otros aspectos que le hagan desmarcarse de aquellos a los que evoca. No en su falta de elementos estéticos con los que personalizar nuestro personaje sino de otros relativos a sus habilidades, pues en Minecraft Dungeons no hay ningún sistema de clases, algo que desde luego resta a sus posibilidades y rejugabilidad. Una vez hemos seleccionado el héroe nos toca, bajo una visto isométrica, ir avanzando por coloridos escenarios golpeando enemigos a diestro y siniestro.


 

Podemos equiparnos con un arma de cuerpo a cuerpo, una de distancia, un armadura y hasta tres artefactos, estos últimos supliendo las magias y habilidades. Como no puede ser de otra manera, los objetos los vamos consiguiendo mayoritariamente abriendo cofres o derrotando enemigos. Pese a lo llamativo de esta característica, no acaba incitando a que repitas las fases una vez superada, pues no hay suficientes alicientes en ello y básicamente volveremos a repetir ruta con algunos cambios poco destacables, como los enemigos y objetos.

Avance limitado y por pasillos

El sistema de progresión de Minecraft Dungeons es uno de sus aspectos más limitados y peculiares. Por un lado, nuestro héroe va consiguiendo experiencia al ir derrotando enemigos, subiendo progresivamente de nivel. Mientras que por otro, los objetos equipados marcan un poder independiente al nivel del personaje, que refleja la fuerza que tenemos frente a nuestros enemigos. No existe ningún árbol de habilidades ni nada parecido a ello que permita crear un personaje a medida.


 

Si bien con cada nivel nuevo conseguimos un punto de encantamiento, este se aplica sobre las armas y el armadura. Con estos puntos podemos desbloquear mejoras sobre los citados objetos, por ejemplo incrementando su daño, añadiendo un efecto mágico o aumentando la probabilidad de lanzar más de una flecha. La peculiaridad de este sistema se encuentra en que otra forma de conseguir los puntos está en desechar los objetos.

En territorio de nadie

Un aspecto que podría haber solventado sus elementos menos acertados es la historia, la cual se queda a un lado. En Minecraft Dungeons tenemos un villano, Archimaldeano, que tras sufrir rechazo y acoso toma la decisión de someter al mundo. Como contrapartida, vuelve a ser su componente multijugador lo que acaba haciendo que la experiencia resulte más disfrutable. En lo que respecta al apartado artístico es donde encontramos el sello de Minecraft.


 

Desde los escenarios a los personajes, todo cuanto aparece en pantalla procede de este universo, haciendo que en su conjunto resulte bastante llamativo aunque un poco vacío.

Mazmorras para toda la familia

Decir de paso, que la dificultad se puede ajustar libremente antes de cada misión, afectando con ello a elementos como la experiencia a conseguir. En resumidas cuentas, estamos ante un juego de rol y acción un tanto genérico y repetitivo que tiene como elemento diferenciador su diseño, el único ingrediente que procede de Minecraft. Durante sus primeros compases nos hizo presuponer un enorme potencial, pero acaba quedándose a medio gas en muchos aspectos.

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