viernes, 29 de noviembre de 2019

Te espero en la playa, Sam, Riku, Cazador.


El mar que el cazador ve más allá en su viaje en Bloodborne... Los japoneses tienen una forma muy diferente a la nuestra de interpretar la visión del océano infinito, de esa enorme masa de agua y del espacio que separa la tierra de ella. El occidental ha aprendido a través de sus referentes culturales que el mar es una oportunidad, una llamada a la aventura, a descubrir lo nuevo. El mar implica encontrar un nuevo continente y poseerlo. Es muy difícil entender la estética del videojuego japonés, sus metáforas y representaciones sin ahondar en este término, como también lo es sin comprender, aunque solo sea en parte, el zen, el taoísmo o el budismo .

Te espero en la playa, Sam, Riku, Cazador.


El valor mono no aware
, el aah de las cosas, celebrar lo que está a punto de morir porque nos recuerda a la vida, lo inmenso porque nos hace celebrar que somos pequeños y finitos no solo está en las letras japonesas, también en el videojuego, y eso afecta a lo que es la playa para ellos. Riku muestra su hambre de poder al invitar a Sora a adentrarse en ese mar. Hideo Kojima emplea esa inmensidad tremenda del océano, tan amenazante como serena, tan mono no aware, tan bella en su tristeza, para hablar del agua como la muerte y la tierra como si fuera la vida, siendo la playa un límite hermoso y agobiante entre ambas realidades existenciales. En Kingdom Hearts y en Death Stranding, sus héroes pasan muchísimo tiempo en esta playa, porque el mono no aware pide admirar la belleza que lo define habitando justo en ese límite entre lo que es y no es.





No es hermosa la flor del árbol de cerezo cuando ha florecido ni cuando no
, sino justo el instante en el que lo va a hacer sin hacerlo. Esa idea también le vale a Hidetaka Miyazaki para hacer suyas las lecturas de Lovecraft y occidentalizar esta fórmula.

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