Lo que antes era el contacto y la fraternización ahora se ha quedado ahogado y
vacío. Los propios sentimientos y la manera de expresarlos han
cambiado por la digitalización y nuestra continua deshumanización. Y
lo terrorífico es que no podemos dar por hecho que eso jamás sucederá en
nuestro mundo real. Es una tendencia natural de la ciencia ficción y de la
fantasía, que se suma a la evidente facilidad a la hora de crear
historias y guiones que funcionen en condiciones negativas.
Pensad
en los últimos videojuegos que habéis jugado que plantean un mundo o universo
futurista. La creación de historias y argumentos,
además, siempre es más propensa a espacios en crisis, puesto
que es más sencillo plantear problemas y dilemas entre los personajes
protagonistas si el mundo está en la miseria. Esto lleva ocurriendo en la ciencia
ficción desde el siglo pasado. Death Stranding, por tomar un ejemplo reciente,
propone un mundo futuro pesimista y trágico, donde las conexiones entre personas
se han perdido para siempre.
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