La nueva consola de Nintendo ofrece una alternativa solo portátil de su máquina de éxito con el fin de llegar a un nuevo segmento de público y ofrecer una segunda unidad para aquellos que busquen una alternativa más económica y cómoda para jugar fuera de casa o simplemente en un lugar que no sea el televisor. Su ergonomía, peso y tamaño son sobre todo notorios si después cogemos el modelo original, ya que a primera vista tampoco notamos mucho que haya un cambio, lo cual es positivo, porque demuestra que el usuario habitual no tiene que hacerse a un nuevo esquema de mano o posición. Se nota, eso sí, cambio en los materiales de la carcasa, y aunque el tacto es bueno, no podemos evitar sentir esa sensación de «plasticón» – que no necesariamente es algo negativo – si hacemos comparativas. Hablando de botones, todos se sienten igual que los de los Joy-Con, incluso algo mejor me atrevería a decir.
Los sticks siguen siendo los mismos que los de los mandos acoplables, aunque con un sistema de fijado algo mejorado lo que no evita que sigan pudiendo producirse problemas de drifting si somos más bestias de la cuenta.
Más eficiente
Hay que hacer mención especial a la cruceta, muy similar a la del Pro Controller, con la zona del centro algo hundida para facilitar la colocación del pulgar. Por otra parte, la calidad del audio es buena, no se ha perdido nada respecto al modelo original, e incluso podemos decir que la colocación de los altavoces es más acertada. No es solo la nueva batería, que nos da una hora más de juego en títulos potentes como The Legend of Zelda Breath of the Wild, sino que la consola tiende a calentarse algo menos cuando está a tope de rendimiento.
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